Como alcanzar esa cualidad, esa sensibilidad de manera tridimensional, integrar el modelismo con la vida en forma distinta al diorama y evadir lo técnico sin que resulte estilizado o simplemente incorrecto.

 Antes de introducirse en el modelismo naval, José ANTONIO Bedoya había incursionado en la cerámica; un día llamó a su socio Pablo Macchi  y le dijo, “ quiero tu opinión sobre una idea que he materializado “. Ya sobre el objeto conversaron sobre las posibilidades de lo que tenían en frente; era un modelo de bote en cerámica, el material se había adaptado a la idea independizándose un poco de ella, entregándole atributos y complejidades que habría de dominar y someter a voluntad, pero sin duda había abierto una puerta que los conducía a llenar el vacío. Notaron también  que se disponían a transitar un camino, con una tradición de 4600 años. En efecto algunos modelos de barcos más antiguos que se han conservado, fueron construidos en barro o en arcilla, entre los que se encuentran ejemplares: de Creta (4600 años) de Chipre (2800 años) de Taranto y de Esparta (2600 años).

                                                                                                                                         

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